Campaña Socialización sobre los derechos de las personas con discapacidad .
martes, 31 de marzo de 2020
Qué pasará después del Covid-19?
Por: Miguel Bejarán
En estos días de descanso obligado, de inmutable contacto con la familia, es propicia la ocasión para reflexionar sobre el ¿Qué pasará después?.
Es evidente que no será lo mismo!. La ruptura de lo cotidiano, de costumbres ancestrales arraigadas como el saludo y el abrazo, que suponemos temporalmente suspendidas dejarán un legado una enseñanza grabada en nuestro ADN, que nos hará cuestionar los parámetros sociales y ¿que realmente tiene valor o es superfluo?.
Naturalmente es imposible que ese cambio sea repentino sabemos de hecho que ya empezó, pero sin duda ha llegado un elemento catalizador que acelerará el proceso, si, porque ya sabemos que el conocimiento vale más que el dinero, que el trabajo ordinario será sustituido por la robótica y la inteligencia artificial, que el trabajo no presencial se impondrá y que las relaciones sociales de producción estarán seriamente cuestionadas y darán paso a un "nuevo orden mundial".
Y si todo eso es cierto, ¿podremos seguir haciendo lo mismo?. Pues claro que no, tendremos que adaptarnos con resiliencia que no es otra cosa que adaptarnos con rapidez, con inteligencia emocional y aplicando la razón lógica del cambio dialéctico y paradigmático.
Cuando regresemos de este túnel del tiempo deberemos hacerlo pensando que nada será exactamente igual, que el valor de las cosas será el justo, porque lo impondrá el cambio de perspectiva de la vida.
Extrañaremos un abrazo o un apretón de mano, pero al mismo tiempo no sabremos si es seguro hacerlo, por tanto conservaremos por algún tiempo el distanciamiento social y asumiremos nuevas conductas sociales y familiares.
No hay ninguna duda que cuestionaremos el sistema, la salud, la economía y los parámetros de prestancia social, daremos más valor al médico, al enfermero, al bombero y al policía, por igual al soldado y a los trabajadores sociales. Es posible que valoremos menos el carro de lujo o por lo menos no creamos que quien lo tiene es mejor o digno de admirar.
Es seguro que seremos mejores seres humanos, más conscientes de lo que somos, de nuestra fragilidad. Nos preocuparemos más por la salud del prójimo porque definitivamente si él está sano yo también, nos importará más el clima y su cambio.
Aspiraremos a tener gobiernos nuevos con nuevas ideas, con más responsabilidad y mayor atención a los vulnerables, sin dejar de reconocer lo ocurrido en el pasado, pues al fin y al cabo somos una construcción social.
Aspiramos a ser mejores, de eso se trata, no de ser perfectos sino perfectible, no de ser inmaculados, sino conscientes que debemos aspirar a ser imagen y semejanza de Dios; aspirar a tener una gran Fe, pero aun con poca, humillarnos para pedir ayuda de lo alto y toda tormenta se calmará.
En fin es necesario nacer de nuevo,
dejar morir al viejo ser (egoísta, ególatra y superfluo), para ser cómo Zaratustra, el personaje del libro “Así Habló Zaratustra”, de Friedrich Wilhelm Nietzsche, ver nacer en nosotros ese hombre diferente, lleno de amor, comprensión, tolerancia, respeto y transcendencia.
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