sábado, 6 de septiembre de 2025

El pleito de lengua entre Chucho Caimán y Canyo



Dicen en Guayubín que una tarde de calor, sentado en la acera del colmadón de Pimpoyo, Chucho Caimán arrancó con su habladera:


—Óiganme bien, señores, yo tengo una auyama tan grande, ¡pero tan grande!, que ahí dentro se puede criar un puerco y le sobra espacio pa’ darle vueltas.


La gente se echó a reír, pero Canyo, que no dejaba pasar una, le ripostó:


—¿Y tú crees que eso e’ grande, Chucho? Pues yo tengo una paila tan inmensa, que si le doy un golpe en un lado, ¡ni se oye en el otro!


El coro del colmadón gritó:

—¡Eso no e’ posible, Canyo!


Chucho, con su aire de sabichoso, le dijo:

—Óyeme bien, compadre, una paila tan grande no puede existir.


Y ahí fue que Canyo, con la sonrisa más pícara, lo remató:

—Pues esa misma paila es la que voy a usar pa’ hervir la auyama tuya, habladorazo.


El colmadón entero se cayó de la risa, y desde ese día quedó el refrán:

“Cualquiera puede tener su auyama gigante, pero siempre aparece un Canyo con una paila más grande.”

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