En las décadas de los 70 y 80, cuando las noches en Guayubín eran oscuras de verdad —sin faroles en cada esquina ni celulares para alumbrar—, los niños del pueblo sabían que había que estar en la casa antes de que dieran las ocho. No era por miedo a sus padres… era por miedo a la Mujer Taquitos.
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Se decía que esta mujer misteriosa aparecía en las calles silenciosas, caminando con un paso lento pero firme, que se anunciaba con un sonido inconfundible:
👉 “ta-qui… ta-qui… ta-qui…”
Eran los tacos de sus zapatos golpeando la acera vacía. Nadie sabía de dónde venía ni adónde iba, pero los más viejos juraban que era el alma en pena de una mujer elegante que murió camino a una fiesta, justo en la curva de la carretera vieja. Desde entonces, su espíritu vagaba por el pueblo, buscando a los muchachos que andaban “correteando” de noche.
Los que la vieron —o eso decían— contaban que llevaba un vestido blanco largo, el cabello suelto y una sonrisa que no era de este mundo. A veces desaparecía justo cuando alguien trataba de seguirla… otras veces, simplemente se quedaba mirando, inmóvil, mientras el eco de sus tacos se perdía en la oscuridad.
Los padres aprovechaban su historia para asustar a los niños traviesos:
> “¡Si sigues en la calle después de la cena, la Mujer Taquitos te va a llevar!”
Y créeme, no había “Nintendo” ni linterna que hiciera a un muchacho quedarse afuera después de esa advertencia.
Con los años, la leyenda se fue desvaneciendo, pero muchos mayores de Guayubín aún recuerdan aquellas noches en que, al más mínimo ruido en la calle, corrían a cerrar puertas y ventanas… por si acaso. 👠🌒
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