Ricardo Rodríguez: el brazo de Guayubín que brilló en las Grandes Ligas
Por Edgar Álvarez
Guayubín, Montecristi – El municipio noroestano de Guayubín ha dado grandes talentos al deporte, y entre ellos destaca el exlanzador Ricardo Antonio Rodríguez, quien en la primera década de los 2000 se convirtió en el rostro de su tierra en el béisbol de las Grandes Ligas.
Nacido el 21 de mayo de 1978, Rodríguez creció en un ambiente humilde, pero con un talento natural en el brazo derecho que lo llevó a ser firmado por los Los Angeles Dodgers en 1996 como agente libre internacional. A partir de ahí comenzó una carrera de perseverancia, disciplina y mucho sacrificio.
Salto a las Mayores
El 21 de agosto de 2002, Rodríguez debutó en Grandes Ligas con los Cleveland Indians, mostrando un repertorio de recta sólida y lanzamientos rompientes que llamaron la atención. Más tarde, pasó a los Texas Rangers, donde completó su estadía en MLB hasta el 2005.
En total, dejó registro de 10 victorias y 15 derrotas, con una efectividad de 5.18 y 104 ponches en 206.2 entradas lanzadas. Números que, más allá de las estadísticas, colocaron su nombre en la lista selecta de los dominicanos que llegaron a la cima del béisbol.
Más allá de MLB
Su carrera no se limitó a Estados Unidos. Rodríguez también jugó en Asia, defendiendo la camiseta de los Sinon Bulls de Taiwán y brevemente con los Tigres de Kia en Corea del Sur, aunque las lesiones limitaron su participación.
En las ligas menores y en el invierno caribeño también dejó huellas, mostrando siempre el talento que lo llevó a ser considerado un prospecto de gran proyección.
Orgullo de Guayubín
Hoy, su nombre es sinónimo de orgullo en Montecristi. Así como Diómedes “Guayubín” Olivo fue un pionero en décadas pasadas, Ricardo Rodríguez se convirtió en otro referente de que este pueblo pequeño tiene un lugar grande en la historia del béisbol dominicano.
“Cada vez que subía a un montículo en Estados Unidos, lo hacía pensando en mi gente de Guayubín”, declaró en una ocasión, resaltando siempre sus raíces.

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